Lo primero a tener en cuenta es que cuanto antes ajustemos el precio a la realidad, mejor. Olvídese de querer vender por encima de su precio, de que alguien se enamore y la compre o del no tengo prisa por vender. ¡No funciona! Necesitamos conocer todo sobre su vivienda: cuáles son sus puntos fuertes y débiles, compararla y hacer una valoración lo más precisa posible. Como dato le diremos que el 30% de los interesados viene del entorno y si les ahuyentamos con un precio alto no se interesarán más por la vivienda. Además, cuanto más tiempo lleve una propiedad a la venta, menor será su valor final.
Le contamos el caso de un cliente que estipuló el precio de su propiedad en 395.000€. Al cabo de medio año y tras no haber recibido visitas, se prestó a bajarlo a 365.000€. A este precio comenzó a tener la visita de algunos curiosos que, tras valorar las reformas que el inmueble necesitaba, no ofrecían más de 200.000€. Decidió hacer una nueva bajada a 295.000€, pero las ofertas que seguía recibiendo no llegaban a los 250.000€. Estuvo a punto de aceptar una por 245.000€, dado que el tiempo fue transcurriendo y no había ofertas que se ajustaran a su precio. Finalmente y, por suerte, el mismo día que iba a aceptar esta oferta, confirmó la venta de la propiedad por 280.000€. En este caso, la dilatación en el tiempo y la precipitación, le habrían jugado una mala pasada.